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Se estima que uno de cada tres niños chilenos presenta algún grado de sobrepeso, sin embargo, en algunos colegios de Santiago se detectó este problema en la mitad de sus alumnos. Qué comen nuestros hijos y qué deben hacer para fomentar buenos hábitos alimenticios: la obesidad infantil.
Hace 50 años el problema de salud más importante era la desnutrición infantil y las principales causas de muerte en niños eran las enfermedades infectocontagiosas. Hoy en día, nuestros hijos se están enfermando por la obesidad y el sobrepeso.
Las cifras oficiales hablan de un 33% de niños con problemas de obesidad, pero a fines de 2007, un diagnóstico efectuado por el Instituto de Tecnología de los Alimentos (INTA) en escuelas de Maipú y Puente Alto detectó que la mitad de los estudiantes evaluados estaban excedidos en su peso.
La pregunta que surge es: ¿Qué están comiendo nuestros hijos?
Básicamente, alimentos ricos en grasas y azúcares han copado gran parte de la dieta de los niños. El estímulo publicitario, mediante envases llamativos, con promociones e incluso juegos, está dirigido a que prefieran las gaseosas u otros refrescos de fantasía, golosinas, jaleas, salsas, sopas deshidratadas y caldos concentrados, los cuales no son alimentos, ni aportan nutrientes.
Las grasas, del tipo saturadas son responsables de trastornos como la hipercolesterolemia (colesterol alto). Otra característica de la mala alimentación es el aporte elevado de hidratos de carbono simples que favorecen la ganancia de peso.
La comida chatarra es deficitaria en proteínas, nutriente esencial en un organismo en desarrollo (niños y adolescentes) y, además, carece de otros micronutrientes como vitaminas y minerales.
Además, las papas fritas, hamburguesas, salchichas y otros contienen un elevado aporte de cloruro de sodio (sal), importante factor predisponente de hipertensión arterial.
Desde los dos años
El rol de los padres es fundamental en la creación de buenos hábitos de alimentación de los niños. Es a lo largo de la infancia donde se adquiere la mayor parte de las costumbres y preferencias que determinarán en gran medida el tipo de alimentación futura.
En esta etapa los niños deben incorporar nuevos sabores y texturas todavía desconocidas para ellos. La exposición reiterada al alimento puede terminar cambiando el rechazo inicial por la aceptación y es la forma de establecer una dieta variada que asegure un patrón de alimentación saludable en el futuro.
Para lograr este objetivo, se recomienda a los padres analizar la alimentación de sus hijos en esta etapa de crecimiento y desarrollo, considerando las recomendaciones de las guías de alimentación diaria para niñas y niños de 2 a 5 años.
Para saber si su hijo o hija está en su peso normal o presenta sobrepeso, se recomienda acudir a un profesional para una evaluación nutricional en forma individual y periódica. No existe una forma colectiva de evaluar a los niños.
Si bien es cierto que para la evaluación se utilizan patrones de referencia, es imprescindible el criterio del profesional para determinar el diagnostico nutricional y las directrices para la alimentación de cada niño.
La profesional explica que hasta los seis meses, los niños deben alimentarse exclusivamente de lactancia materna como primera opción. Luego de este período, comienza la alimentación adicional, donde las verduras y frutas son un complemento esencial para que el bebé ingiera todos los nutrientes que necesita para lograr un desarrollo normal.
A los dos años, el menor puede comer lo mismo que los demás miembros de la familia. Es bueno poner en la mesa ensaladas, porque los pequeños tienen ya una adecuada dentición para masticar palitos de apio, zanahoria o tallos de repollo. Pero es importante no poner limón, ya que el sabor ácido hace que algunos rechacen las ensaladas.
Y en el caso de niños que presentan algún grado de sobrepeso, la recomendación es eliminar todo producto relacionado con comida chatarra, frituras, dulces o golosinas.
No significa obligarlos a comer con poca energía. Basta con disminuir la ingesta de alimentos y productos procesados y preparados. También se debe impulsar la actividad física, otro gran factor promotor y protector de la vida saludable.